miércoles, diciembre 19, 2018

En la mitad de mi vida el amor es la medida de todas las cosas

CUMPLIR 50  es estar haciendo consciente ese dicho popular y ancestral ... "los dedos de una mano me alcanzan para contar quienes están cerca"... 






Me tomo un instante y pienso en quienes hacen mi vida diaria, mi vida íntima, mi vida chiquitita, la más palpable y cotidiana, esa compuesta de los momentos sobre los que pivotean todas las emociones primarias y mis decisiones que luego trascienden en los hechos. Esos hechos que aparentemente manejamos y que sin embrago descubrimos - cuando miramos lo vivido - como un acontecer mezcla de la voluntad individual e intersecciones de tantas y tantas trayectorias vitales.

De entre mis marcas vitales surge el AMOR, como la medida de todas las cosas. Evalúo, siento.... y decido que apostar; - a pesar de las dificultades de la época para reconocer y no destituir a un otro, de mis propias desiluciones, de la constante lucha para no caer en la frustración y la desesperanza, de esa apuesta mía constante de TRANSFORMAR EL DOLOR EN VIDA -; siento y decido que apostar  aprender a amar en cada época de mi vida, es lo mas hermoso que me puede pasar.

La vida de Edith en la década del 40 - esa también en la que mis abuelos eran jóvenes forjando sus vidas y en la que el mundo prometía "el bienestar" del Estado - me ilumina con la fuerza que necesito para sintetizar y continuar.

El regalo de este despertar... es la marca de lo decidido, de las apuestas, de las transformaciones... Para continuar viviendo la otra mitad de mi vida.

Entretejerse en la construcción cotidiana para aprender y enseñar a encontar las palabras para decir "te amo", es la vara que me permite medir el lugar y el tiempo donde hoy me paro, para continuar.

Gracias a la vida, que me a dado tanto
me dió dos luceros
que cuando los abro
pefecto distingo lo negro del blanco
y en el alto cielo
su fondo estrellado.

(Merceditas Sosa y Violetea Parra, 
en mi corazón, siempre)







Mi regalo de cumple mas hermoso.

Seguir haciendo.



Quiero seguir haciendo, para despertarme cada mañana, en lugares como Cachi. Y encontrarme con mis ancestros. Completarme... para dejar lo que se pueda... y TRASCENDER.





Gracias a la vida, que me a dado tanto
me dió dos luceros
que cuando los abro
pefecto distingo lo negro del blanco
y en el alto cielo
su fondo estrellado.

(Merceditas Sosa y Violetea Parra, 
en mi corazón, siempre)

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