Acabo de participar en el ritual de conmemoración del héroe gaucho Güemes en Lumbreras, un evento que se extendió desde las 10 de la mañana hasta las 2 de la tarde. Fue una experiencia intensa, que hoy sintetizo en dos sensaciones: la pertenencia y el asombro ante lo inconmensurable de las relaciones humanas, incluso en comunidades pequeñas. Me fascina descubrir este mundo como un recién llegado, sintiendo que formo parte de él mientras aprendo sus códigos.
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Almuerzo en la Casa Juérez. Lumbreras, después del desfile. |
En la casa del gaucho Juárez, compartí mesa con Díaz, amigo de mi padre, quien me hizo reflexionar sobre la dualidad de estas tradiciones: vistas desde fuera, parecen pintorescas y románticas; pero desde dentro, revelan una complejidad emocional y social que las trasciende. Quizás lo más valioso de mi posición sea precisamente ese estar en el límite: no del todo dentro, pero tampoco fuera, permitiéndome transitar entre ambas perspectivas.
Esto me remite a la mirada de Gayatri Spivak sobre los imperialismos hegemónicos: la importancia de cuestionar las narrativas dominantes incluso al participar en lo local. Hoy, más que respuestas, me llevo preguntas sobre identidad, tradición y los matices de la pertenencia.
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