Barro en la piel, huella de carnaval,
latidos que se funden, padre e hija,
latidos que se funden, padre e hija,
un lazo ancestral, un canto primal,
enredados en albahaca, dulce intriga.
Ungüentos de amor, mezcla sagrada,
donde el tiempo se detiene, y el alma vuela,
la fiesta se cuela, no hay nada que impida,
ser uno con el mundo, una estela.
En cada rostro, un espejo fraterno,
la solidaridad del carnaval, abrazo eterno,
trascendiendo la piel, el ser interno,
en un baile ancestral, un nuevo invierno.
Padre e hija, eco de un mismo son,
en la danza del barro, la comunión,
unidos en la fiesta, sin condición,
encontrando en el otro, la redención.
El carnaval, crisol de emociones,
donde el amor paterno florece, sin razones,
un lazo que perdura, en todas las estaciones,
unidos en la fiesta, más allá de las nociones.