Este relato en el acceso anterior nos sumerge en la jornada de Fernando, profundamente conectado con su tierra, su historia familiar y su propia búsqueda de identidad. A través de sus palabras, somos testigos de una emotiva travesía que entrelaza el pasado y el presente, la naturaleza y el ser humano, la soledad y el encuentro.
El día comienza con una evocación del pasado familiar. La galería de Los Pozos, testigo de cien años de historia, se convierte en un espacio simbólico donde convergen las voces de sus ancestros. La mención de su abuela Flora y sus temores ante las tormentas del sur, junto con la imagen de sus tatarabuelos reunidos en ese mismo lugar, nos transmite un sentimiento de arraigo y continuidad. La mesa, un objeto cotidiano, se transforma en un vínculo tangible que une a las distintas generaciones de hombres que han habitado esa tierra.
La memoria familiar se entrelaza con la memoria política. Fernando se encuentra trabajando en el documento para la marcha que conmemora un nuevo aniversario de la desaparición de su abuelo, un suceso trágico que marcó su vida y la de su familia. Este recuerdo, sumado a la reciente pérdida de su padre, genera en él una profunda introspección y la necesidad de "cerrar ciclos". La marcha se presenta como un acto de resistencia contra la opresión, una forma de honrar el pasado y luchar por un futuro más justo.
En medio del duelo y la memoria, surge un proyecto que representa una luz de esperanza: la construcción de una cabaña en el Mollar. Este proyecto, largamente acariciado, se convierte en un símbolo de conexión con la naturaleza y de construcción de un futuro personal. El recorrido por la senda del Mollar, entre árboles que siente como "venas de un organismo inmenso", revela una profunda comunión con el entorno natural. Fernando percibe el monte como un ser vivo que le habla, que lo conecta con sus raíces y con sus seres queridos fallecidos.
La interacción social también ocupa un lugar importante en la jornada de Fernando. El encuentro con la familia Villalaba, su calidez y sencillez, le produce una profunda alegría. La descripción detallada de los hombres que conoce y la conexión que establece con uno de ellos a través de su afición por los caballos de carrera, refleja su apertura a nuevas relaciones y su capacidad de encontrar puntos en común con personas diversas.
A lo largo del día, Fernando transita por una variedad de emociones: nostalgia, dolor, esperanza, alegría, asombro, gratitud. A pesar de las cargas del pasado y la incertidumbre del futuro, se percibe en él una sensación subyacente de tranquilidad y propósito. Su búsqueda de significado lo impulsa a conectar con su historia, con la naturaleza y con los seres que lo rodean, en un intento de encontrar su lugar en el mundo y de construir un futuro en armonía con su entorno.
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