En la quietud de la noche, con la ciudad de Buenos Aires como telón de fondo para Virgi y el cielo estrellado de Los Pozos para Fernando, dos amigos entablan un diálogo íntimo por WhatsApp. Mientras una fogata crepita en la lejanía y el frío otoño abraza la casa de campo de Fernando, sus palabras transportan a los lectores a las fincas de su infancia. Este intercambio, cargado de nostalgia y humor, desvela recuerdos compartidos de trabajos rurales, sabores de la niñez y encuentros con una naturaleza que marcó sus vidas. Más allá de las anécdotas, la conversación teje un relato sobre cómo esas experiencias tempranas moldearon sus identidades, revelando la diversidad y la evolución personal que floreció en cada uno de ellos.
- Virgi: Tenían granada, tenían lo que te dije, pomelo, naranja, limón, lima y estaba cerquita del arroyo para traer el agua y regarlo ahí no más. Por eso estaba ahí alejado, digamos.
- Fer: Te estaba escuchando, pero cuando yo era chiquitito, igual que vos, eh, yo sacaba leche a las vacas, veía carnear, de ahí me quedó un trauma. Hacía todas las cosas, iba a agarrar los caballos en el potrero, les daba de comer, los bañaba, hacía todas esas cositas.
- Fer: Así que nuestras infancias han sido bastante parecidas.
- Fer: Ojalá que salga algo. Hay que buscar, buscar, buscar. (En relación a la búsqueda de trabajo por parte de Virgi)
Virgi: hiciste más tareas que yo y yo cocinaba con mi abuelita al lado y yo sé cocinar bien. Lo digo bien porque es así porque muchas personas no me tienen fe y después y bueno, ese arte de la cocina lo aprendí de mi viejita, pero no me gusta todo su plato. Por ejemplo, la chanfaina, eh, ¿qué más hacía? La polenta dura, porque ella la hacía dura y fría y la salsa era caliente; tampoco. La empanada, tengo la práctica y todo su mecanismo, pero no me gusta ni con pasa de uvas, por ejemplo, y masa que le agregaba bazuca, mucho menos. La mamuana traviesa en la cocina. ¿Qué es lo que no me gusta? Ah, la polenta con leche. Guácala. El zapallo con leche tampoco será como que me cansó mucho. El queso no lo soporto mucho porque me crié comiendo. Sea el queso también el quesillo ni te cuento. Y bueno, fui más cenicienta que tú, cariña. Tampoco. Y no me digas chiquitito, dime chiquitite. Ven, te estás metiendo con mi masculinidad dentro de mi mujer transante.Fuego en
Los Pozos
- Virgi: no me afecta para nada porque sí era chiquitito.
- Virgi: por ser traumado. A mí me pasaba lo mismo, tan maricona como yo, que mi abuela decía, "Ay, cuando anda para allá, anda por allá." Y después cuando le meten el cuchillo, pa le saltaba la sangre, yo empezaba a gritar, "Ay, no, pobrecito." Y yo las iba contando a las vaquitas y las conocía. Y yo, por ejemplo, le decía la carita, le decía a mi papilo si la iban a matar. Pues yo ya sabía cuando estaba ahí en el, ¿cómo se llama; en el mojón, en el tronco ese de medio del corral que la van a matar, papi. Sí, sí. No hay, no. La carita pintadita, la rosadita… le ponía nombres, yo. Va, va, va, va, va. Decía, te vas a poner a llorar. Llamar a la pobreza. No sé que decía que llamaba; y a la tristeza. Y yo no me levantaba porque la iban a matar y ya la sentía aquí que la traían como sufría también. Por traumadas nos retában.
- Virgi: Esto ahí viene el mollar y subió un videíto.
- Fer: también sufría igual que vos. Nos interceptamos en las cosas que nos producían dolor también. Me impresiona lo que me contas. Lo voy a tomar para mis estudios de la etnografía de este lugar.
- Fer: a mí me gustaba mucho comer quesos y quesillos. También hacíamos dulce de leche acá.
- Virgi: Deja de imitarme y mandarle a tu madre que dijo que pinto sin profundidad, que lo recuerdo. Qué mala doña Clotilde. Bueno, vamos a ver el cuadro de ella. El cuadro mío. Yo voy a comprar acrílicos porque me gusta más. Soy amiga del óleo pero no tanto. Me gusta más la acrílico.
- Fer: Las tunas. Te olvidaste de las tunas. Yo iba a juntar tunas. Volví enjanado entero.
- Virgi: ¡No, no me olvido de las tunas! Enjanada que me daba, porque yo era muy ansiosa; Ragona y allí había que esperar a que llueva. ¿Viste allá cuándo llueve? Tiempo de sequías y las tunas las veía amarillas, después las veías rojas, después las veías ya coloradas así. Ay, a la siesta nos íbamos a escondidas, nos comíamos como seis calientes y volvíamos a rascarnos, a lavarnos con jabón. ¿Qué no nos hacíamos para sacarnos las janas? Nos queríamos sacar los dedos con los… Así y yo lloraba. Una tarde me encontró mi abuela llorando una siesta. ¿Qué te pasa? Ay, me enjané. Ay, no nos pegaban, pero nos retaban y era como que guardábamos ese respeto, esos sustos que nos llevaban por traviesos, ¿viste? No, nunca mi abuela. Yo siempre temía que me mechoné porque como yo mi mamá era re que te daba ganzazos, golpes, cachetazos, rameada; pero qué violencia que sufría con mi mamá, me acuerdo. Y allá nos daba soltura nuestra abuela como que no. Ay, yo pasé una… Tenía una infancia muy linda en el campo, muy linda. En mi casa era el martirio porque mi mamá era homofóbica, la pobre que parezcamos mi vida.
- Virgi: Se hace en el campo, Fer, el arroz con leche, como vos dijiste, con piedritas en el fondo de la olla. Girar, girar, girar, girar y girar. ¿Quieren arroz con leche? Mesa, decía mi abuela. Mami, ¿qué eso? ¿Qué es mesa? Que revuelvan, que des vuelta el tulpo ahí. Ahora no entendés. Porque yo manejaba un léxico coloquial y yo me reía de ella porque tenía palabras así re locas, ¿viste? Por ejemplo, ¿qué? A ver, en vez de decir gato o michi, decía miche o cuche. Era una forma de hablar muy extraña de ellos. A la almohada le decían almueda. Así cambiaban todas las palabras y yo me reía a más no poder. Y ella le hacía gracia y había un momento que yo no le hacía gracia porque ya sentía que yo la corregía. A mí no me vas a venir a corregir. Yo hablo así y hablo así. Usted habla como habla en la ciudad. Bueno, yo soy del campo hasta que tuve que entender. No sé. una lucha, pero a mí me daba gracia, la mamo. Mis hermanos por ahí, me acuerdo. ¿Te acuerdas? Sí, se acuerda que yo la corregía a la mami Juana y la mami Juana se enfurecía.
- Virgi: Juntar algarroba, juntar el mistol para hacer el bolanchado. Ay, qué cosa más fea ese bolanchado. Después está el estofado de harina ese que hacen todo un estofado con agua, todo y después paf, le agregan harina y se hace una cosa pegajosa. Mmm, qué horror. Después la chanfaina con la sangre de la cabra, la cabeza, el ojo, los sesos, el estómago, el pulmón; creo que también va volando semi crudo, así jugoso que no. Sangre viva. Horrible, horrible para mí. Deprimente no lo digo, no lo consumo, no me gusta.
- Virgi: Arroyo! Qué rico. Tenía terror al río ese que pasa por allí por la Evelia. Viste cómo se llama el río. Juramento? No, no sé qué río es. Bueno, Paso de la Cruz, Mojotoro, no sé cómo se llama. Terror. Era como si fuera que me iba a entrar al mar. Ay, le temía tanto y después cuando me bañaba iba y sentía que estaba en las playas. Qué deleite, qué placer. Me bañaba y la tomaba al agua sin miedo. Qué horror. Y por ahí me ahogaba y mi abuela, ¿qué estás tomando? Ay, vinimos a bañarnos, no. Yo la tomaba así, me bañaba y tomaba agua de nuevo y ella me decía, "Caca de vaca, pi de vaca. Ya no importa." Hinchada salía del baño. Me bañaba y tomaba agua. Qué locura.
- Fer: Castellanos, se llama el río Vir. ¿Por qué le tenías miedo? Contame.
- Virgi: se asombraba de mí porque me decía, "¿Qué tenés mucha sed que no tomas agua en la casa?" No, es que me gusta porque me gustaba ese sabor que tenía el río y después me metía a bañar y abría los ojos abajo del agua y así como que veía en la tele yo el metálico como el buceo, ¿viste? Ay, andaba así y me salía los ojos rojos y mi abuela no abra los ojos. ¿Qué hacía en el campo? Recuerdos hermosos que tengo con los cabritos. Los adoro un montón. Después yo leía ya. Y siempre leían en la escuela para el carnaval. Ay, hasta los ucle me comía y me pitaba los labios tipo tonta de violeta. Una vuelta me encontró mi abuela los labios pintados así y me había descubierto que yo iba, como no tenían jana los ucles, cortaba cinco o seis ucles (una variedad de las tunas morada) y me los comía en la fiesta y me pintaba los labios con el espejo. Me pillaba pintándome los labios y dice, "Panzón atrevido, ututo”.
- Fer: Pero si no te dejaban tomar agua del río, ¿de dónde era el agua que tomaban? Si todo el mundo, nosotros también íbamos a buscar agua del río y la traíamos en tanque, en tractor acá y tomábamos todos agua del río.
- Virgi: Así que mi abuela me retó, porque ella ya sabía, ella me dijo un día cuando yo la visité, "Ay, hijita, yo ya lo sabía. Si te encantaba barrer, tender de la cama, cocinar. ¿Te acuerdas cuando te has pintado los labios con ucle?" Ay, sí, mami. Bueno, está todo bien, mi vida bella. Y mi abuelito Ramón, que en paz descanse también nunca me cuestionó, no me dijo nada, un amor. Y a su hijo tanto que le cuento. Y a sus otros hijos ni te cuento. Terrible bombita otro.
- Fer: No era a veces cuando durante la lluvia sí juntábamos agua del techo de la casa en el aljibe y tomábamos agua de lluvia.
- Virgi: tenía miedo porque decían que era muy bravo cuando crecía [el río Castellanos], porque mi abuelo me decía, "Ma ver como crecido al rodillo y me llevaba y yo lo veía marrón y con fuerza y era tan finito eh, con las aguas tranquilas y cristalinas y después cuando crecía la veía, así como le tenía terror. Ya era muy marica, pues. Y siempre había noticias que se llevaba los enramados, los no sé cómo le llaman y eran noticias en el campo. Ay, que creció tanto el río que desbordó, que se desborró la barranca de tu tía que le iba comiendo, ¿viste? Y esas cosas me asustaban, me lo tomaba como un tornado, como que podía llegar a la casa, ¿no? Nosotros no estábamos lejos de la casa, pero al frente del cerco también lo iba comiendo el río. Qué fuerte. Y también el desagüe cuando llovía era que lo iba comiendo la barranca y todo que afectaba esa zona allí. Locuras mías. Adoraba salir de noche a escuchar y tratar de visualizar las vizcachas con las linternas. Era la primera apuntada cuando se perdían las linternas yo. ¿Por qué? Porque andaba con las linternas en el bolsillo. Me iba a ver las vizcachas y las dejaba por ahí a las linternas.
- Virgi: vertiente del arroyo, cariño, que llevaba un proceso de de alzarla de la vertiente, pasarla por una tela, colarla, dejarla estacionar en los tachos y de los tachos recién iba a la tinaca o tinaja. Y viste que hacían la Evelia le ponen azufre a el agua. Qué fuerte. Yo tenía miedo de tomar agua con azufre. Veías el azufre en el fondo. Ah, qué locuras.
- Virgi: A ver, ahí te estás mandando al frente. La llevaban en tranque ,en tanques y en tractor. Nosotros la llevamos en caballo con dos tachos sobre el caballo, unos caballos mansitos y tenía que traer unos tarritos en la mano. Ay, eso odiaba. Como decir, "Viajamos al Miami, cuando mi abuela me decía tengo que lavar gordito." Me decía, "Vamos a ir." Sí, porque ya lavaba como negra allá abajo. Y yo me bañaba arriba y también le tenían miedo al río porque era un pozo que ahí le llamaban el remanso. Venía el agua así y en el pozo que le llevaban el remanso hacía remolino y mis tíos todos decían cuidado con el remanso que es profundo y había una laja y todos se tiraban. La única que no se tiraba era yo. Un día me han agarrado todos mis primos y me han hecho así pa… sentía que me moría, sentía que caía en unas aguas que me succionaban, que me moría y nada. estaba y me llegaba ruidita no más. Histérica salía.
- Virgi: pasada de mujer, de maricona. Yo por eso me hacían… la picaban los mosquitos y como que se me infectaba así, porque yo era muy blanca y necesitaba cuidados extremo. El sol me re paspaba y me hacía daño. Era muy marica pasada y mi abuelita lideaba con todo eso. Ah, no me gustaba tener la bota mojada. ¡No me gustaba agarrar insectos! Hasta el día de hoy. No me gustan las puntas de las medias. mojada. No soportaba.
- Virgi: Agua de lluvia que moja tu piel, recorre tu cuerpo, la quiero beber. Lluvia, bendice nuestro amor. Armando Marcelo. Ah, ese cuerpo está tallado a agua de lluvia. Ay, Fernando, mira esas costumbres anteñas muy distintas. Jamás, te lo digo, jamás porque fue así, hemos bebido agua de lluvia. El agua de lluvia era para regar el piso, para lavar ropa o para regar las plantas. Eso sí se guardaba para eso.
- Fer: Tu abuelita, ¿Juana es la que la que vive en Metan ahora?, la que yo conocí. Es la que lavaba la ropa en el río y vos te bañabas como sirena.
- Fer: ¿Y tu otra abuelita vivía por ahí también o era de otra parte?
- Fer: ¿Por qué no tomaban agua de lluvia? A nosotros, nuestros viejos, nos decían que era lo más puro, puro, puro que era espectacular tomar agua de lluvia.
- Virgi: Nosotros éramos pobres y tú eras clase media de esos acendados famosos. Qué fuerte. Allí estaba la grieta. Y después conocerte me pareció fabuloso. Siempre te lo dije porque mi abuelito siempre hablaba de tu padre. ¿Cómo se llama tu padre? Fernando Ragone, don Pequeño Ragone. Hablaban de Pequeño. Creo que no decían Ragone, hablaban de Pequeño. Y hablaban del alemán. Eh, que por unos toros del alemán, porque creo que la finca del alemán, como se diga, colinda con los Caldez para allá. Hablaban de un toro o de las vacas que se iban de mi abuelo para ahí y hablaban siempre de las marcadas, de las hierras en Pequeño. Qué lindo. Y yo siempre decía, "¿Dónde será?" Y siempre preguntaba a mi papá, a mi abuelo, "¿Cómo es alemán? ¿Es alemán?" "Sí, es un hombre alemán, dice gringo grande." Y yo me lo dije, "No, Ya, me gustaban los tipos a mí así. Ay, rubia. Y después, ¿te acuerdas cuando anduvimos por ahí la última vez y buscamos al Señor por unos animales que se cruzaron a un cerco de tu hermano, algo así? Mira esas coincidencias, casualidades y causalidades de la vida que sí existen, ¿verdad?
- Virgi: misma doña Juana Farfán, hermana de Florindo, tía de Eugenio, la Patricia, hermana de la Socorro y de Policarpio Gómez. Con Poli se decían un hermano, pero no era nada, era familia política, no sé, entre ellos eran todos familia.
- Virgi: Abuelita, la mamá de mi mamá y el papá de mi mamá son de J V González. Siguen siendo de Anta, gorda. Yo soy de pura cepa de Anta. Tú eres casi casi no de Anta porque tú eres más capitalino. Hacete. Mira, te vengo a descubrir truche.
- Virgi: ¿que te decían tus viejos?, mira ahí viviste, no te hiciste nada, chupaste pene sin forro, igual que vos, que vos y que yo y tenía miedo al agua ¿no? Ve, eran cultura, eran costumbres distintas, no era pecado tomar agua de lluvia. Imagínate que el agua de lluvia de Los Pozos. Ellos se llevan de eso, que eso se evapora y se va a la nube y en forma de precipitación cae la lluvia, etcétera, por la condensación, etcétera. Todo eso ciclo que del agua y de la lluvia y todo lo que conlleva se está sabiendo.
- Virgi: Venían cazadores a mi abuela y eran como cinco o siete y mi abuela, ay, ya van a venir esos cochinos que lo invitó Marco. Dios quiera que se lleven a toda esa bicha fea de la vizcacha. No dejen una, pero acá que no me dejen pelada ni nada. Las odio a las vizcachas porque comen sapo, víboras, dice mi abuela. Las odiaba a las vizcachas. Nunca se comía una vizcacha con mi abuela. Por ahí cuando no estaba mi abuela, porque mi abuela olía el olor a vizcacha así como… Y al frente de la casa había vizcachero a la vuelta. Ah, yo era amiga de las vizcachas. De día las iba a joder, las hablaba, las quería hacer salir, las hurgaba y un día por ir a hurgar un vizcachero me sorprendió una víbora. Ay, nunca más en la vida, así entre marrón y blanquita que se venía así sacando. Ay, qué horrible, qué miedo que tuve. Nunca más dejé de joder en la siesta. Después de que sí jodía así cuando pasaban a las lagartijas esas brillantes, multicolor, que yo las veía bellas. Después también era la tuna, que todos dormían y me iba a la quinta, ¿viste que ahí en el Sunchal hay una quinta? Mi vida amaba, amo la quinta esa. La casa está acá arriba y te lanzas hacia abajo, allá y está la quinta con su portoncito y hay durazno, pomelo, lima, esa fruta que ya se perdió. No, deberías conseguir una plantita de lima y llevar al Mollar. Me fui a buscar Lima y cuando venía de un vizcachero salía algo negro y dorado, y brilloso. Y yo corrí, corrí, corrí, digo, hay una lagartija hermosa. Era un viborón. Ay, que llego asustada a la casa. Mami, mami, mami, vi algo muy grande. Ay, mi abuela, imagínate, la desperté de la siesta indignada. ¿Qué has visto? Era así el viborón. Ve, andate no más. Mira si te pica, si tú no dónde acostaste. Y ya me curaba que me hecho nada. Decían, "Ven, hijo, no te asustes acá tu espíritu." Y yo la abrazaba y todo temerosa. Era como que había visto más o menos un dinosaurio.
- Virgi: joder, asustarme con esa víbora y después con ese viborón no salí más por la siesta. Y después ya metí al potrero este vacas malas y como que ya no salía y mi abuelito siempre me decía, "No salga porque puse en el potrero una vaca que es medio jodida." Oh, yo andaba asustada y la quería ver a la vaca y la esperaba a la vaca por ahí salía, iba y la jodía y se me venía la vaca. Ah, es mala. Pututa, pututa a más no poder, decía mi abuela.
- Virgi: Eso en cuanto a mí, en casi 9 años, 8, dejo a mis 10 a mi vieja; mis11, yo adoraba la casa. Ya no quería salir con mi abuelo al campo, yo ya no quería caballo, yo ya no quería lazo, yo ya no quería ir a campear que dicen allá. Yo quería casa, quería beber, cocinar y por ahí mi abuelo me decía, "Yo me lo llevo al campo conmigo." Y mi abuela decía, "No, no, no te lo lleves al gordo. El gordo es de la casa, él es de casa porque mi abuela chocha pues yo le barría, le picaba, le molía de todo. En la procesión de la virgen yo amasaba, cortaba cebolla. Hacía todo la mamijuana conmigo. Él es de la casa, no hay con qué darle, de la casa. O por ahí decía, “! Ay!, hay que lavar esto, lavar el baño." Yo tenía donde mira mi familia somos todos primos varones, son mis primos varones y tengo una sola prima mujer que sanaría una gordita. Y el analizo que está haciendo para hacer las cosas. No, no, no, no. Que lo haga el gordo. El gordo me decía mi abuela. Que lo haga el gordo. El gordo deja el baño con para tomar mates. Ay, qué exagerado. Juana amaba que yo haga las cosas. Ella me hizo trans.
- Fer: Sí, la conozco a tu prima Analía. Estuve el año pasado en el bautismo de la hijita de Ariel Gómez con ella.
- Fer: Yo también a esa edad que vos decís que cambiaste y que te gustaba más estar en la casa y ya no en el potrero. También empecé a cambiar. Yo iba a pescar con mi papá y a esa edad empecé a tirar los pescados al río cuando los pescaba y mi viejo se cagaba de odio y después ya no me llevo más o yo tampoco quise ir.
- Fer: cómo vamos cambiando, ¿no, Virg? Qué bárbaro. Cómo va como aflorando nuestra diversidad.
- Fer: Virgi, ¿de quién era la huertita esa que vos decís que habían limas y otras plantitas? ¿De quién será ahora? ¿De quién era en ese momento?
- Virgi: Huertita era una quinta, perdón, una quinta de la de ahí de la casa. Pues antes separaban, ¿viste? Quinta, casa, corral, chiquero, sector de las gallinas. Allá es cada cosa en su lugar, ¿viste? Eso es lo que tiene. Se respeta todo. La troja. Ay, qué lindo. Vas a hacer troja en el Mollar. Adoro, meterme a la troja. Oh, un día me han dado una retada porque me metido; qué yo iba como a sexto grado y la maestra en metía raro que haya choclo seco, ¿viste? Que el choclo es de un tiempo y después desaparece y nadie guarda chala. Comenzamos a hacer cosas tejidas de chala. Ay, me he puesto a sacarle la chala del maíz de la troja y empezó a trenzar. Sin parar a trenzar. Me he hecho como cinco canastitas, me acuerdo, y me había quedado como con cinco bolsas de chala. Ay, mi abuela ahora se va se va a borbojárse. Mí panzón porquería que les iba a sacar la chala y los pavos la picoteaban de abajo a las más cerca. Ay, un día se ha muerto un pavo porque metía la cabeza así por las rendijas de las maderas. Uno que picoteó, picoteó y se quedó enganchada la cabeza colgando. Ábrale más la carne a ese pavo y te lo vas a comer. Tuve que cuerearlo al pavo, sacarle la cabeza. Pobre temblorosa, pavito mami y si no lo vamos a tirar. A ver, te voy a ayudar. Yo ya sabía matar gallinas. Ay, qué asesino. Y al pavo se le corta el libre el cogote así. Ay, cómo pataleaban. La mami le agarraba las patas y yo llorisqueaba. Va, va, va. Si vas llorando apareciendo; pocas pulgas, mi abuelo.
- Virgi: La quintita está ahí en la casa. Esa la bajadita no más del Sunchal. Anda saber si tendrá todos sus frutos. Porque había que regarlas.
- Fer: Ah, ya entiendo, entiendo, Virgi, porque los Gómez tenían lo mismo y eran cercaditas, ¿no? Con palitos así verticales. Y bueno, me acuerdo que tenían muchos limones y granadas, sobre todo. ¿Ustedes tenían granadas?
- Fer: A mí me volvía loco ir a las marcadas en Poli, que era la casa de la Evelia, digamos, ahora, y meterme a la huerta ahí entre los frutales.
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